En este momento estás viendo Bodegas Salentein: vinos de Argentina en un viaje (parte I)

Bodegas Salentein: vinos de Argentina en un viaje (parte I)

Al pie de la cordillera, en el Valle de Uco, Mendoza, se encuentra Bodegas Salentein. Innovadora en la región, tiene merecido prestigio por las cualidades de sus suelos diversos, altura y microclimas: el terroir. Ha logrado posicionarse como referente de elaboración de vinos en Argentina y el mundo, con la variedad de uva malbec como su referente. Actualmente ocupa el 9º puesto de World’s Best Vineyards.

Justo antes de que comenzara la vendimia, tuve el privilegio de visitar esta bodega, junto a un querido amigo; un recorrido que deleita desde la llegada.

“Arte y vino en un mismo espacio”

Esto nos dijo nuestro maravilloso guía, Juan Pablo Franco, sobre la bodega y, desde el comienzo, lo pudimos confirmar en varias esculturas y un primer edificio lleno de obras de arte llamado Killka, palabra andina cuyo significado, “puerta de entrada”, le da nombre, justamente, a la línea de entrada de los vinos premium de Salentein.

La recepción está rodeada de salas especialmente diseñadas para los visitantes: a la izquierda se ubica una galería de arte y a la derecha los salones para eventos y el exclusivo restaurante de la bodega.

Esta bodega está diseñada por el estudio Bormida & Yanzon, grupo arquitectónico mendocino que tiene en su portafolio más de 30 bodegas. En Killka nos recibió Juan Pablo, el encargado de los visitantes y de la planificación de eventos. Colombiano de nacimiento, llegó a Mendoza por intercambio estudiantil y se quedó por amor a su pareja y al vino.

Pioneros del vino de altura en el Valle de Uco

Mendoza es una de las capitales mundiales del vino, tanto por producción como por su gran oferta enoturística. En 2022 en Argentina se elaboraron casi 11,5 millones de hectolitros de vino. Alrededor del 70% de esa producción provino de esta provincia arropada por la cordillera de los Andes. En Mendoza hay distintas regiones vitivinícolas: algunas con mayor tradición como Maipú y Luján de Cuyo, y otras, como Valle de Uco, cuya popularidad tiene menos de 30 años, pese a la expansión de sus viñedos desde mediados el siglo XX.

 Salentein tiene una gran importancia en el desarrollo de esta zona, gracias a la producción de vinos de alta gama. Llegaron a este lugar a mediados de los años 90, de la mano de Mijndert Pon, empresario de Países Bajos, que invirtió en el desarrollo del vino de altura y de la región. Fueron pioneros en la plantación de viñas a más altitud de lo común en Mendoza. Tienen más de dos mil hectáreas de terrenos y aproximadamente mil de éstas con viñedos productivos que van desde los 1050 hasta los 1700 metros sobre el nivel del mar. Dejaron resguardada e intacta una zona de 50 hectáreas como reserva natural de la zona. La bodega celebró en 2023 su 25° cosecha.

Magia Salentein

Salimos de Killka rumbo a la bodega. Es un camino recto rodeado de viñedos, en los que nos adentramos. Juan Pablo nos hablaba de la cosecha mientras apreciábamos los racimos de uvas: algunos ya maduros, en su espera por la vendimia, y otros que no estaban totalmente maduros, exhibiendo su característico cambio de coloración de verde a púrpura, llamado “envero” por la maduración.

Llegamos al centro de producción, donde exhiben todas las líneas de vinos que tiene Salentein. Muchas de ellas son comercializadas en Venezuela por una importadora de tradición, Casa Oliveira: desde la línea de los vinos jóvenes como Portillo, pasando por la línea de espumosos donde destaca Killka, hasta la línea más exclusiva de los premium Numina, Single Vineyard, Primus y el Gran Valle de Uco Blend, que es la joya de la corona.

La edificación tiene forma de cruz, para facilitar el manejo de las uvas y el vino. Detrás del salón que nos dio la bienvenida se encuentran los tanques de fermentación. Antes de poderlos ver, nos encontramos con una pared con la imagen distintiva de la marca. Este símbolo es el mismo escudo de un castillo en Holanda -propiedad de la familia Pon- que, a su vez, comparte el nombre con la bodega: Salentein. Mientras nos acercamos a dicha pared, van apareciendo a los costados los imponentes tanques de acero inoxidable -92 en total-.

Caminamos hacia la izquierda y nos conseguimos con la sala Primus, la cual tiene 12 cubas de madera de roble francés, que solo se usan en la fermentación de las mejores cosechas, para la línea de los vinos que llevan el mismo nombre de la sala. Entre el incesante movimiento de los trabajadores, en todo este piso ocurre el proceso siguiente a la cosecha: desde el prensado de las uvas para obtener su mosto, hasta la fermentación, paso fundamental que transforma a la uva en vino.

A continuación, bajamos nueve metros por una escalera de caracol sintiendo el descenso de temperatura -el piso subterráneo está a 13 grados todo el año- y pasando al lado de un laboratorio donde se hacen microvinificaciones para pruebas. Luego, al caminar un poco más, quedamos embelesados por la vista que entrega la sala principal de la cava, que quedaría corto describiendo, así que lo mejor es verla en la imagen.

En este sitio la acústica es tan impresionante, que se hacen conciertos musicales. Pareciera que el tiempo no pasa, todo lo contrario: es un lugar en el que el tiempo hace su magia dentro de las barricas -unas cinco mil- y otros recipientes, como los famosos huevos de concreto; así, el vino en su interior, arropado por el roble y otros materiales, evoluciona para obtener su mayor potencial.

A un costado se encuentran tres salas de catas independientes. Apenas entramos en ese espacio sentimos una serenidad y solemnidad indescriptibles. Allí Juan Pablo nos paseó detalladamente por ocho de los productos de la bodega. Catamos cuatro vinos de cepas distintas, de la línea Reserve: uno de la línea Numina, dos Primus y cerramos con el tope de gama de la bodega: el Gran Corte del Valle de Uco. Con el malbec como el gran protagonista en tres de los vinos y parte del Gran Corte. Descubrimos y aprendimos más sobre las características de cada uno, su elaboración y curiosidades. Asimismo, tuvimos la dicha de apreciar cómo cambian los sabores y aromas que ofrece la misma cepa con el paso del tiempo; mientras íbamos subiendo de categoría, puesto que cada línea tenía distintos tiempos de evolución.

Un detalle impresionante del diseño de la bodega es la columna central -simbólica- del edificio. El centro de la bodega va desde la rosa de los vientos, apuntando a los cuatro puntos cardinales -simbolizando el vino viajero-, que hay en el suelo del nivel subterráneo, hasta el techo de la bodega, por el que entra luz natural. En el nivel de entrada hay una abertura circular en el piso, que asoma una visual de la cava subterránea. Esta vista de la dualidad entre la modernidad plateada del acero, arriba y lo tradicional del diseño con piso de piedra y las barricas estáticas entre galerías abovedadas, que recuerda una catedral, abajo, es la definición de lo que es esta bodega: un sitio que combina lo mejor de la tecnología de punta, con métodos tradicionales para la producción vitivinícola. Una conjunción que, a su vez, identifica al vino argentino: raíces venidas desde Europa con identidad actual propia.

Parte del espíritu de la bodega es que el visitante conozca, además de las instalaciones, el día a día de trabajo en ella. Al iniciar nuestro recorrido tuvimos el honor de conocer a Jorge Cabeza, gerente de enología. Coincidimos, fortuitamente, porque se encontraba organizando la recepción del famoso crítico de vinos James Suckling, que justo iba ese día a la bodega, dentro de una gira que tuvo por Mendoza en esas fechas. Jorge nos comentó, emocionado, cuando le dijimos que éramos venezolanos, que en el restaurante trabajaban dos venezolanas: Lourdes y Vanessa Morales, hermanas. Una es cajera de atención al cliente del restaurante y la otra, estudiante de sumiller, hace las degustaciones en el wine bar. Casualmente vienen de Mérida, lejos de casa, pero todavía en los Andes. Las conocimos al cerrar nuestra increíble y extensa visita, cuando nos recibieron con un espectacular almuerzo en seis tiempos, armonizando con vinos de la bodega en cada plato y con la imponente vista de fondo hacia los viñedos, la bodega y la cordillera.

Malbec: presente y futuro

El malbec es la cepa insignia de Argentina. Llegó en el siglo XIX proveniente de Francia y consiguió mostrar su mayor potencial en estas tierras andinas. A partir de los años 90 se impulsó como cepa principal, gracias a sus características en la producción de los vinos de alta gama, que fue lo que hizo que el vino argentino creciera a nivel mundial. Un gran protagonista de este último cambio fue el enólogo principal de Salentein, Jose “Pepe” Galante, que tiene más de 40 cosechas en su haber y lleva 14 años al frente de la bodega.
Actualmente el malbec ocupa el 40,8 % de la superficie de viñedos de uvas tintas en Argentina y ha tenido un crecimiento de 185% en su cultivo desde el año 2000 hasta el 2022.

Argentina ofrece vinos de talla mundial, posicionados con el malbec y creciendo en muchas otras cepas. La invitación es a conocerlos, probarlos y disfrutarlos.

Coordenadas: en Venezuela importa Casa Oliveira, C.A.

@Casaoliveirave

https://portal.casaoliveira.com

FOTOS: Luis Zarzalejo @zzlejo

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.