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Foto: @gastrobrand

El vino viaja en color rosé

Rosato en italiano, aunque algunos usan allí el término chiaretto para describir a un vino de un color rosado oscuro; en la región de Burdeos, en Francia, algunos rosé son llamados clairet. El término alemán schillerwein se refiere a un rosé hecho a partir de la mezcla de uvas rojas y blancas.

“El vino rosado ha experimentado  en los últimos años un aumento sustancial en su consumo, y razones no le faltan. Son varios los factores que explican todo este movimiento del rosado, expondré los que, a mi entender, son fundamentales”, afirma Mikel Aramburu, entusiasta del vino desde Iregua, importadora que conduce y que trae al país un importante portafolio de vinos españoles; y desde la docencia, pues es profesor del Diplomado en Cultura del Vino & Spirits en la Universidad Metropolitana.

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Aramburu argumenta las razones de la tendencia rosé: “En primer lugar, el vino cambió.  El concepto que se tenía del rosado era que se trataba de un vino de baja calidad, muy dulce, para gente poco o nada entendida en la materia; se hablaba del ‘rosadito’ como una bebida de muy poco valor enológico. Hoy en día, esa tendencia ha dado un giro de 180 grados; se están haciendo vinos rosados de una calidad extraordinaria, las bodegas se dieron cuenta de que un vino rosado bien elaborado, vinificado de manera correcta, puede estar la altura de los buenos blancos y tintos de siempre, en mesa  los considero imprescindibles”.

Otro valor que destaca Aramburu en el nuevo rosado es que las uvas para su elaboración cambiaron.  “Hoy en día consigues vinos rosados hechos con excelentes cepas de grandes tintos. Es así como conseguimos muy buenos rosados de variedades como tempranillo, garnacha y pinot noir, entre otras”.

La fiebre del rosé responde también a cambios en el mercado. “Cuando se indaga cómo las mujeres han cambiado el negocio y los hábitos de consumo encontramos muchas respuestas: la mujer llegó al vino moderno para hacerlo y transformarlo. ¿Por qué las mujeres se están convirtiendo en el ingrediente clave en la comercialización del vino?  El profesor Alberto Soria lo describe muy bien: ‘porque son muchas y hace un siglo no se les tenía en cuenta. Porque su paladar, sus gustos y su forma de mirar y usar el vino son diferentes. Son la fuerza invisible que ha movido la transformación que vive hoy el vino’”.

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5 vinos rosados para descorchar

En España –al igual que en Francia- se hacen buenos rosados. Este quinteto lo trae Iregua a Venezuela y así los presenta su importador:

Belate Rosado:  vino de Navarra, elaborado 100% con la variedad garnacha, lo cual le da una carácter y una fuerza  especial, acompaña muy bien mariscos, arroces o pastas.

Quaderna Via Rosado: vino ecológico 100% tempranillo, con un color intenso y ese brillo típico de los rosados navarros tradicionales. Fresco y agradable tanto para tertulias como para llevarlo a la mesa; es un vino muy fácil de beber.

Tarón Rosado: este riojano de color mucho más tenue, nos habla del tradicional “clarete” que se elabora en Rioja. Mucho más claro que sus vecinos de Navarra, se nos presenta con una elegancia, cremosidad y acidez extraordinaria. Es 50% garnacha y 50% viura.

La Rosa: Este vino catalán, elaborado por la bodega Vins de Terrer está elaborado en su totalidad pensando en la mujer de hoy: sofisticada, emprendedora, profesional, exigente, segura de si misma. Se cuidaron todos los detalles: etiqueta, color del vino, el más tenue de todos, evocando los grandes rosé franceses. Cepas utilizadas: garnatxa, xarel-lo y pinot noir. La botella en sí enamora, pero ojo, no  es solo la botella, el vino tiene unas características muy especiales. En nariz, los aromas florales destacan una elegancia que luego la encontramos en el paso por la boca. Equilibrado, sedoso, redondo, va acorde con las exigencias del mercado femenino al cual está enfocado con acierto.

De Nit: espumoso rosado catalán de la Bodega familiar Raventos i Blanc. Nos habla de la mineralidad y frescura de las cepas autóctonas del Penedés oriental. Esta bodega fundada en el año 1497 y manejada por la familia Raventos desde hace 21 generaciones, es un fiel reflejo del buen hacer del espumoso catalán. Tiene un mínimo de 18 meses de crianza, 37% macabeo, 37% xarel-lo, 18% parellada y 7% monastrell; nos lleva a un elegantísimo espumoso de perlaje pequeño y ordenado, con una mineralidad bien marcada. Es para una celebración especial.

“El vino rosado llegó para quedarse y esto es una buena noticia. La invitación es la de probarlo, catarlo y disfrutarlo; la experiencia bien valdrá la pena”, puntualiza Aramburu.

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