Camillo Negroni no suele aparecer en la lista de los aristócratas famosos, sin embargo su apellido está impreso en los menús de los mejores bares del mundo. Este señor no participó en batallas, ni defendió la vida o el honor de princesas, tampoco sacó su espada por una reina. Se hizo famoso gracias a su paladar y a ese espíritu algo excéntrico que no lo hacía sentir satisfecho ante lo que diariamente ya era un hábito: tomarse un Americano.
El señor Negroni era conde y su apellido le dio nombre al coctel que se prepara agregando partes iguales de Campari, vermouth rojo y ginebra. Esa mezcla celebra este año su primer centenario, razón por la cual, Florencia, ciudad que vio su nacimiento, celebrará por todo lo alto una semana dedicada al trago que preparó por primera vez; y a solicitud del conde Negroni, el barman Fosco Scarcelli en el Caffé Casoni, local que luego se llamó Café Giacosa y después Café Cavalli, hasta que en 2017, el diseñador Roberto Cavalli decidió cerrarlo. La fecha exacta de la creación del Negroni no está registrada en los libros con precisión, pero se cree que fue en 1919.
Para algunos historiadores la existencia del conde no es más que producto de la imaginación, sin embargo existen documentos que, por el contrario, acreditan su paso por este mundo de mortales e, incluso, algunas personas que llevan el apellido Negroni confiesan y defienden que son descendientes del conde.
Camillo Enrico Negroni pertenecía a una familia vinculada con las letras ya que el padre de su madre, Ada Savage Landor; es decir, su abuelo materno, era el poeta pre romántico inglés Walter Savage Landor. Camillo nació en 1868.
Negroni viajaba frecuentemente a Londres y a Estados Unidos, donde aprendió a valorar la coctelería. Tantos viajes le dieron fama de aventurero. Era un hombre elegante, de cabellos y ojos castaños. Llegó a Norteamérica cuando tenía 29 años y allí fue vaquero, banquero, apostaba a los juegos y también ejerció como profesor de esgrima, profesión acorde a su título, en aquel lejano y salvaje oeste donde mandaban los rifles. Después de protagonizar una temporada nada aburrida decidió regresar a Florencia en 1910.
Corrían los tiempos en que la gente de sociedad se reunía en los café para conversar, las damas se dejaban ver con sus atuendos pomposos que a la vez eran elementos de verdadera tortura, como el corsé, prenda íntima de moda, que se había convertido en el secreto para obtener aquellas inauditas cinturas de avispa.
El Café Casoni, según lo describen investigadores de esa época, era un lugar donde además de ofrecer bebidas también expedían productos importados, especialmente ingleses.
Según lo narra la leyenda, Camillo Negroni en una de esas tardes que pasaba en Casoni, sintió aburrimiento por su coctel de costumbre, el Americano, que se preparaba con Campari, vermouth y soda, por lo que solicitó algo con un poco más de espíritu, entonces le sugirió a Foco Scarcelli que le agregara ginebra. El barman sustituyó la soda por el destilado y la rueda de limón por un trozo de naranja. Dicen los expertos que lo bautizaron como Americano Negroni y con el tiempo se conoció solo como Negroni.
Camillo murió relativamente joven. De su vida privada se sabe poco. Si bien no se conocen con exactitud sus amores, su nombre quedó para siempre acompañando uno de los cocteles más famosos del mundo, considerado patrimonio de Italia, el Negroni. Entonces brindemos por aquel caballero noble que amaba la vida con su mezcla preferida.