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Un discreto banquete

Los agasajos reales no sólo hablan de la personalidad de un líder, también pueden mostrar sus intenciones y actitudes futuras. El comienzo del reinado de Carlos III de Inglaterra no sólo ha estado marcado por la pompa y los protocolos de una ceremonia llena de detalles que, si bien expone ciertos rasgos de la personalidad del monarca, también nos muestra las tradiciones que amarran la institución a su historia.

La coronación estuvo signada por el elemento religioso; no obstante, hay otros aspectos más terrenales que hablan del carácter del rey y de su corte, como pudo observarse en los salones, tanto en lo diplomático como en lo gastronómico. La selección del menú, por ejemplo, ya nos da una pista de lo que será el reinado de Carlos III del Reino Unido. Se trata de un menú que podríamos calificar de sencillo. Y escogemos ese adjetivo porque fue una selección de sólo tres tiempos, donde lo extraordinario estuvo ausente.

Costillar “coronación” de cordero asado con adobo asiático de Ken Hom, Berenjenas de la Coronación de Nadiya Hussain y Trifle de fresa y jengibre de Adam Hadling. Como se ve, un menú corto donde los sabores de ultramar también se hicieron presentes. De esta manera el monarca recién coronado mostró la importancia que para él tiene la Commonwealth, mancomunidad integrada por las naciones que en un pasado conformaron el imperio británico; pero que hoy, una vez libres, continúan vinculados a lo que fue la metrópolis por razones históricas y culturales.

Los banquetes de coronación sirven no sólo para indicarnos lo que se comía en un determinado tiempo, sino también para tomar datos de la personalidad del nuevo rey y de los sabores imperantes en esa época.

La historia culinaria de la monarquía del Reino Unido en cada coronación ha dejado testimonio del poder del imperio. En el pasado las colonias aportaban sus especias y productos, lo que fue creando sabores nuevos.

Si nos vamos a un pasado no tan lejano como lo es el siglo XIX, nos encontramos la coronación de Jorge IV: un monarca que se caracterizó por sus excentricidades y excesos. Obeso y, aparentemente, adicto al láudano, dibujó rasgos de su personalidad en el banquete brindado el 19 de julio de 1821, para celebrar la coronación más costosa de la historia, ya que en la actualidad el costo sería el equivalente a 20.000.000 de libras esterlinas.

Los banquetes tuvieron varios escenarios, en Westminster Hall cenaron el rey y 300 de los invitados más importantes. Alrededor de estos se sentaron los espectadores en plataformas construidas para la ocasión. Desde esa especie de balcones contemplaban el espectáculo. En otro lugar del palacio se encontraban 1.300 invitados.

Prevalecieron los platos franceses. En la mesa del rey se sirvieron más de 70 platos en tres tiempos. En total, los invitados comieron 7,3 toneladas de carne de vacuno, ternera y cordero, más de 1.600 pollos y 8.400 huevos.

En la época del banquete de la coronación de Elizabeth II, que tuvo lugar en el palacio de Buckingham, reinaba un ambiente de total alegría: la guerra quedaba en el recuerdo y comenzaba el resurgimiento económico. De acuerdo con información emanada de la cocina del palacio, el día de la coronación se sirvió crema de langosta, filete de ternera con salsa de champiñones, pechuga de pato asado con melocotón, espárragos con salsa holandesa, ensalada de berros, helado de fresa, queso y frutas frescas, café y licores.

Ese evento histórico dejó también un plato que este año celebra su 70 aniversario: el Coronation Chicken que se convirtió en el favorito de las fiestas callejeras. Fue creado para un almuerzo oficial de 350 representantes extranjeros invitados a asistir a la coronación de Isabel II. La receta, a base de pollo escalfado en agua con un poco de vino blanco, una salsa que contiene crema, mayonesa, vino tinto y curry en polvo, fue creada por Rosemary Hume, la madre del Le Cordon Bleu Londres.

El menú servido en el banquete de Carlos III está acorde con los tiempos, pues si bien hay sabores y aromas especiados, también se aprecia la reducción a sólo tres platos: el cordero de Ken Hom, un chef asiático americano con un espacio televisivo en la BBC, las berenjenas de Nadiya Hussain, una chef que debe su fama a la televisión y tiene en su haber varios libros publicados, y el trifle de Adam Handling, quien comenzó su formación a los 16 años y se ha paseado por importantes fogones británicos.

Un menú con sabores que representan la multiculturalidad del Reino Unido; pero que a la vez muestra platos con arraigo, como el cordero que forma parte la cotidianidad gastronómica de diversas localidades del Reino Unido, así como el trifle, postre de capas que se hacen con bizcocho, crema y frutas. Este dulce está presente en las mesas británicas desde el siglo XVI.

Así quedó retratada la personalidad de Carlos III, un amante de la historia, defensor de las tradiciones, que ama también la opulencia en medio de la cual llegó al mundo.

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