La vedette y animadora, en una oportunidad confesó que quería ser vieja y rica y lo ha logrado. Susana Giménez acaba de celebrar sus 80 años y le ofrecieron un nuevo contrato televisivo
La primera vez que la vi fue en el comercial de un jabón-desodorante, en el cual batía enérgicamente su melena que, para entonces, no era tan rubia. Se iniciaba la década de los 70 con aquella cuña, donde mostraba enjabonada su curvilínea figura que la hizo famosa. A partir de entonces la llamaban “la chica del shock”, porque, además de ser esta la onomatopeya que ella pronunciaba, dejaba a los espectadores en ese estado casi catatónico.
Se llama Susana Giménez, la más querida de la televisión argentina, por sus recordados shows maratónicos de gran audiencia, por donde desfilaron desde presidentes hasta escritores. Fue también la chica más deseada y una de las vedettes que agotaba las entradas en los teatros Maipo y Astros. En los famosos escenarios porteños abundaban las plumas y piel al descubierto, pero no era eso lo que atraía al público, sino esa descarga visceral e intensa de la vedette en escena.
Podríamos decir que “Su”, como la llaman algunos cercanos, es una de las últimas divas latinoamericanas que con su sexy apariencia triunfó en todos los escenarios del continente. Pero hay que decir la verdad: Susana no sólo es admirada por los hombres, las mujeres también la aplauden. Cuando hablaban con ella por teléfono en “Aló Susana”, programa sazonado con premios, la emoción de ese breve tú a tú, con la rubia más famosa de Argentina, reflejaba el cariño de la señora de pueblo hacia su interlocutora, quien, de obtener el premio, enriquecía su afecto con la gratitud.
La Giménez cuenta con un secreto que va más allá del cuerpo, el cual ella ha utilizado para liberarse de ser considerada sólo como un símbolo sexy: es su sentido del humor que la llevó a ser comediante para brindarle graciosos espectáculos al público, con la intención de regalarle un tiempo que le permitiera “parar de sufrir”.
Con un temperamento fuerte, Susana es ajena a esa muñequita con la que se juega y luego se abandona en el rincón. Con unos primeros años de vida nada fáciles, le siguieron los amores tormentosos sin buen final, pero el éxito no le fue mezquino y ella nunca ha sido la víctima, se cuida de no parecerlo, porque sabe que la imagen vende y para ello hay que ser triunfadora.
La historia de “La chica del shock” no es muy original. Al igual que tantas otras, creció en un hogar algo disfuncional donde las carencias suelen convertirse en amarguras que culminan haciendo de las relaciones algo caótico. Salir de casa se establece como objetivo para alcanzar la libertad; por ello, a los 17 años, Susana Giménez se casó. Mario Sarrabayrouse fue su primer marido y su tabla de salvación. A los 18 años tuvo su primera y única hija, Mercedes. La separación no tardó en venir.
No eran comunes ni su cuerpo ni su rostro, catalogados por algunos como privilegiados, por lo que le abrieron las puertas del modelaje y, otra pareja, Héctor Cavallero, le dio el gran empujón hacia el estrellato. Entonces apareció una película, “La Mary”, que coprotagonizó con el boxeador Carlos Monzón y la química que surgió entre ellos fue tal que se convirtieron en la pareja del momento. Lo mediático y lo pasional gobernaba la relación carente de eso que llamamos ahora inteligencia emocional.
La “Su” no acepta sufrir y tampoco le gusta el rol de víctima y se separa de Monzón. Siguen Sergio Denis, Cacho Castaña, Ricardo Darín, Huberto Roviralta -cuyo divorcio lo devolvió a casa con 10 millones de dólares en su cuenta-, Jorge Rama y Damián Popiloff, quien por ahora cierra este ciclo de amoríos.
A sus 80 años Susana está sola y dice que no necesita a nadie. Al igual que Brigitte Bardot, otro símbolo sexy del pasado, vive rodeada de varios perros, sus adorados y grandes compañeros. Tiene la hacienda o chacra, La Mary, en Uruguay, donde estableció una suerte de retiro, interrumpido ahora, en mayo de 2024, por el repentino interés de algunos productores de televisión para realizar un nuevo programa.
Cuando muchos se ponen las pantuflas, Susana se prepara para su come back demostrando que la edad es solo un mito. Y es eso lo que encanta de esta mujer. Nunca ha generado compasión y ha sido la gestora de su propio éxito. La Giménez está consciente de que la suerte existe, pero nada se logra sin sacrificio; sino pregúntenselo a Mirtha Legrand, que a los 98 continúa con su cita semanal.
Además, la “Su”, viene entusiasmada porque está atendiendo al llamado de la gente que quiere que les alegre la vida. Si a los 50 le tenía miedo al tiempo, a los 80 no le importa nada. Se siente bien y tiene esa espontaneidad que el público ama porque la percibe sincera. Juró que no se haría una cirugía más, porque no tiene tiempo que perder.
Continúa con su cabellera platinada que recuerda a la de otra rubia, Jayne Mansfield, la cantante y actriz estadounidense que tuvo menos suerte que la argentina. Ahora buscará un nuevo diseñador, porque su preferido, Roberto Cavalli, falleció y ella, amante del animal print, requiere de alguien que satisfaga sus caprichos, que la haga lucir joven sin dejar de ser Susana. Confiesa que no se ciñe a tendencias ni a patrones e impone su propio estilo.
Y es que esta argentina habla con libertad, podríamos decir que, con desfachatez, pero estudiada. Hasta para tomar vino impone su voluntad. No le interesan los vinos más caros. Paladar mata “deber ser”. Y no el paladar de otro que le diga qué beber: es el suyo propio, subrayó en una entrevista. Disfruta un vino de guarda, un blend elaborado con cepas Cabernet Sauvignon, Merlot y Malbec provenientes de antiguos viñedos ubicados en Maipú, Mendoza. Por lo tanto, con cuerpo y complejo.
En materia gastronómica pareciera que la actriz y animadora se va por lo sencillo y sano. De vez en cuando publica recetas en su Instagram que supera los tres millones de seguidores, aunque no cocina porque para ello tiene en casa alguien que se ocupa de estas tareas. El huevo poché sobre espinacas está entre sus platos predilectos y se entiende: comer sano nos garantiza una mejor salud. En materia de postres siempre hace mención a la torta de ricota, le enloquecen los dulces.
En materia de restaurantes se le puede ver en alguno especial de Nueva York, donde celebró sus 75 años, pero le encantó la escenografía del restaurante submarino de Dubai, y vio el triunfo de Argentina en un exclusivo comedor de Qatar, aunque también revoluciona el Café Tortoni, cuando se le ocurre tomarse un té en algunas de sus mesas.
Susana Giménez podría tener como himno “A quién le importa”, el mismo de la cantante Alaska. Por eso es incombustible y continúa vigente.