La escritura es inherente al pensamiento porque materializa nuestras ideas y gracias a ello nos podemos comunicar. Quienes escribimos nos deleitamos buscando en las vidas de gente interesante y consistente que siempre tiene algo qué decirnos.
Cuando buscaba un tema para esta columna de Paladares de alta gama me encontré con una joven mujer que, si bien no cocina, su obra impacta nuestros sentidos de una manera muy especial. Su nombre: Claire Tabouret y es noticia porque fue la elegida para crear los vitrales que complementarán la restauración de la Catedral de Notre Dame. Fueron 100 los candidatos para esta obra que resulta trascendental no sólo para los vecinos de París, sino para aquellos viajeros del mundo que visitan el templo, símbolo de la ciudad.
Hay un paralelismo entre este trabajo y el que encontramos en un restaurante o en un viñedo. Entre los contrincantes de Tabouret abundaban los nombres masculinos. Daniel Buren y Philippe Parreno se presentaban como los favoritos, pero venció Tabouret, de 43 años, quien desde muy pequeña presentía que su destino estaba en el arte.
Al igual que un enólogo que visita diariamente el viñedo para observar el color de las uvas, hace mediciones y convertirse en alquimista para así regalar al mundo el mejor de los vinos, Claire Tabouret observa lo que sucede a su alrededor y va experimentando en un pequeño formato o en otros más grandes, sin abandonar su intención de lo que quiere decir y sin dejarse vencer por lo que sucede a su alrededor.
El trabajo de esta artista busca la transparencia que va quedando en cada capa de pintura y donde se trasluce un efecto de neón que también hace referencia a la importancia que da a la luz. Y los vitrales de un templo son luz y color, materializados en esos rayos que al atravesar el vidrio se involucran en el diálogo de los fieles con Dios.
Pero no todos están convencidos que el trabajo de esta mujer deba sustituir los tramos de la nave sur de Notre-Dame realizados por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, en el siglo XIX, que no sufrieron durante la reciente catástrofe. Un grupo se opone al proyecto de Macron. Por ahora, Claire Tabouret ha señalado que continúa desarrollando este encargo donde reflejará la oración a través de diferentes culturas.

Pero, ¿quién es esta artista que compite con decisión para formar parte de la historia? Claude nació hace 43 años en Francia, estudió en la prestigiosa École des Beaux-Arts de París. Su trabajo se ha expuesto en colectivas, una de ella junto a Yoko Ono en la exposición titulada El día que rompí un espejo en la Villa de Medici. Su obra se ha expuesto en París, Londres, Los Ángeles, Nueva York, Miami y en Venecia durante las dos últimas Bienales.
Tiene su residencia en Los Ángeles y para llevar a cabo el proyecto de Notre Dame trabajará con la casa vidriera Simon-Marq de Reims, fundada en 1640, taller que restauró las vidrieras de la catedral de Reims tras el bombardeo de la Segunda Guerra Mundial.
Tabouret es conocida por sus conmovedores retratos de niños. François Pinault, el multimillonario fundador de grupo Kering y la empresa de inversiones Artémis, esposo de Salma Hayek y dueño de una de las colecciones más importantes del mundo, posee uno de sus trabajos, y en 2021 Christie’s vendió en Londres la pintura » El último día» por 620.000 libras esterlinas.
Cuando su vida se hizo más estable pudo contar con un estudio, que significó alcanzar la libertad que necesitaba para trabajar.
En su búsqueda de crecimiento se mudó a Los Ángeles y la luz de la ciudad influyó en su trabajo. Para Claire el insomnio no es un castigo, porque se traduce en una fábrica de ideas y entonces ella anota para no olvidar esas ideas que nacen de esa vigilia onírica.
Al vivir en Los Ángeles sufrió la angustia de la amenaza que representaban los incendios forestales, porque si es devastador perder el hogar, para un artista esas pérdidas se traducen en la destrucción de su trabajo e investigaciones. Es perderse a sí mismo.
Su casa refleja esa energía creativa que ordena su vida porque la ha convertido en otro de sus lienzos. Allí ha pintado una especie de imágenes del tarot en uno de los techos, también hay escenas de la cotidianidad donde aparecen su hija Matthea y los dos perros. El color también protagoniza varias paredes en un trabajo que pareciera anular el blanco. Junto a su pareja, el artesano Nathan Telen, ha creado nuevas obras.
Las imágenes oníricas que protagonizan sus piezas pueden explicar por qué durante siete años visitó al psicoanalista dos veces a la semana. Allí están sus inquietudes, sus dudas y sus propias búsquedas para darle sentido a su arte.
Su personalidad inquieta se refleja en los cambios de residencia: del sur de Francia se mudó a París, pero quiso más y se fue a Los Ángeles.
Y si el fuego perturbó varios momentos de su actividad creadora, vuelve a rondarla porque la restauración de Notre-Dame comienza con un incendio, como Claire Tabouret bien sabe.

Y hablando de aspectos más terrenos buscamos conocer sus restaurantes preferidos, ya que lo que comemos también habla de nosotros. Uno de esos comedores era un clásico en Los Ángeles, el Pacific Dining Car, cuya historia se remonta a 1921. El Covid y posteriormente un incendio terminó con el trabajo de restauración que se había iniciado. Un lugar que atrajo a una clientela variopinta y que sirvió de escenario a más de una película.
En su lista aparece otro comedor con aires Art Deco, el Polo Lounge, en el mítico Beverly Hills Hotel de Sunset Boulevard. Considerado uno de los más elegantes, reúne a celebridades que disfrutan de la excelente coctelería y se enmarca en ese ambiente hollywoodense glamoroso de los 50.
Y para confirmar su espíritu algo nómada, seleccionó en París el restaurante Le Train Bleu, en Gare de Lyon, Place Louis-Armand, donde se sirve un menú clásico. Allí no falta el foie gras y el tartar de carne. Su ambiente rememora la Belle Époque. Los frescos en las paredes deben ser otro motivo para que Le Train Blue aparezca en la lista de los favoritos de Claire Tabouret.