Considerado el animal más bello de su tiempo, el actor recientemente fallecido fue rebelde y talentoso, tuvo un sexto sentido para el arte y los vinos. Su huella en el cine será imborrable
El año 2024 deja grandes vacíos en el mundo del espectáculo. Aquellos ídolos de mediados del siglo XX se han ido despidiendo de este plano, pero no lo han hecho en silencio porque han dejado hondas huellas entre sus seguidores, como sucede con Alain Delon, el adonis del cine francés, el enfant terrible, cuya difícil niñez dio origen a un ser inconforme y a un gran solitario. Su vida podría ser el guion de algunas de sus películas.
Su físico le abrió las puertas del cine y lo convirtió en una especie de Casanova, un experto en el arte de la seducción, a quien la prensa perseguía para conocer o confirmar sus amoríos.
Provenía de una familia de temperamento algo turbulento, de la cual heredó algunos de esos rasgos de comportamiento que le daban un cierto aire de perversidad, sobre todo cuando sonreía. Hijo de Fabien Delon y Edith Arnold, no encontró en ellos la ternura y los mimos a los que tiene derecho un bebé. Cuando Delon cumplió los cuatro años se divorciaron y lo dejaron en un orfanato.
Por separado, cada padre rehízo su vida y el pequeño Alain continuó alejado de ambos. Esto sembró la semilla de la rebeldía en este niño, que ya adulto preguntaba cómo se podía entender aquel abandono que le dejó una herida eternamente abierta.
Fue un alumno difícil, lo expulsaban de todos los colegios. Al cumplir 17 años surgió la posibilidad de unirse al ejército francés, que entonces se enfrentaba a Indochina en el Sudoeste asiático. Necesitaba el permiso de sus padres y éstos de inmediato lo firmaron. No hubo intención de impedir que viviera la guerra y nuevamente Alain Delon sintió que se deshicieron de él.
A su regreso a París vivió en Pigalle, el barrio canalla. Comenzó su coqueteo con el cine encarnando pequeños roles. Dio el gran salto a la pantalla al mudarse a Saint-Germain-des-Prés. Su fama encontró solidez con Plein Soleil, filme de René Clément, donde encarnó al estafador y asesino Tom Ripley. Muchos consideran que ningún otro actor ha superado su actuación.
La fama le regresó a sus padres y Delon prefirió guardar sus rencores. Reencontrar de adulto a su madre opacaba las carencias de su infancia y esos temas espinosos del pasado prefirió obviarlos. En su autobiografía, Alain Delon abre el capítulo de las mujeres con su madre.
Las mujeres y Delon
Se dio el lujo de cortejar a las que se consideraron las más bellas de aquellos años: Romy Schneider, Nathalie Delon, Dalila, Mireille Darc y Rosalie van Breemen compartieron vida con el protagonista de El Gatopardo, quien dio fe de ello en su libro Les Femmes de ma vie.
El ideal masculino muestra en esas páginas que aún, siendo impetuoso, tenía una sensibilidad especial, porque no habla solo de romances, también expresa agradecimiento para quienes fueron sus compañeras de trabajo o simplemente amigas que le importaron y mucho. Delon siempre conservó para ellas un profundo afecto.
El prólogo está firmado por Brigitte Bardot, entrañable amiga hasta el día de su muerte, quien lo calificó como “animal hermoso”. Ella desobedeció su última voluntad de aplicar la eutanasia al perro que le sobrevivió porque lo adoptó. BB, como se le conocía en los años 60, se despidió de Delon con estas palabras: “Pierdo un amigo, un alter ego, un cómplice. Compartíamos los mismos valores, las mismas decepciones, el mismo amor por los animales”.
Otro capítulo es para Romy Schneider, “mi ángel bonito”, como la llamaba, y el amor de su vida, quizás por ello no tuvo el valor de explicarle por qué o por quién la dejaba y lo hizo a través de un ramo de rosas y una carta, donde aseveraba que no podría hacerla feliz.
En Les femmes de ma vie le dedica un amplio espacio a Dalila, cantante y actriz, con quien vivió un amor secreto y años más tarde grabaría Parole parole, siendo ya sólo amigos. También figura Nathalie, la madre de su hijo Anthony, de quien se divorció después de cuatro años de matrimonio. La causa del rompimiento se llamó Mireille Darc, relación que nació en el rodaje de la película Jeff de Jean Herman. No falta Rosalie van Breemen, la madre de sus otros dos hijos, Alain-Fabien y Anouchka, “la más guapa de las mujeres de mi vida”, expresión propia de un padre hacia su única hija.
El gran coleccionista
Su afición por los automóviles, vinos, armas, relojes y obras de arte lo llevaron a conformar una nutrida colección que vendió en vida para evitar peleas póstumas por su herencia.
Y así lo hizo, se organizó una subasta que se tituló Alain Delon: 60 años de pasión, que reunió pinturas, esculturas y dibujos comprendidos entre el Renacimiento italiano y el siglo XIX francés. Artistas de la talla del Veronese, Beccafumi, Corot, Delacroix, Millet, Dufy y Gleizes conformaban la colección. Manifestaba que no era el valor de la obra lo que lo atraía sino cómo lo impactaba. Llegó a decir que algunas habían sido su consuelo. Lo cierto es que tenía un buen ojo crítico.
Otra de sus colecciones hablaba de aquella juventud marcada por su actitud algo golfa que originaría enfrentamientos con la policía. Le fascinaban las armas y tenía un arsenal. En febrero de 2024 la justicia francesa, según narra la prensa, incautó 72 armas de fuego y varios miles de municiones que se encontraban en su residencia de Douchy. Para ratificar lo insubordinado de Delon, el artista no contaba con licencia que permitiera, ni siquiera, portar una pistola.
El protagonista de Rocco y sus hermanos, como buen francés, conocía de vinos y por años se había dedicado a armar una colección de botellas de excelente calidad. Los disfrutaba en cada comida y en cada cita. Conocía el capital que estaba representado en cada botella y por eso los ofreció en una subasta que atrajo a mucha gente, entre ellos algunos chinos millonarios, sedientos de singulares botellas y con muchas ganas de presumir.
La subasta se realizó en el restaurante de Le Fouquet’s, Champs-Elysées con Avenida Georges V, lugar de reunión de los ganadores del premio César, cuya sala muestra los rostros de los más famosos del séptimo arte que han disfrutado de sus renombrados escargots y lenguados a la meunière.
La casa de subastas Cornette de Saint Cyr informó que en un lote figuraban seis botellas de Cheval Blanc, primer Grand Cru de Saint-Emilion, bodega que pertenece a Bernard Arnault y al Barón Albert Frère. Se trata de vinos excepcionales, donde nada se deja al azar, evidente en sus finos aromas, delicadeza, equilibrada potencia y exquisita sensación aterciopelada. Por esta razón no extrañó que en vez de 9.000 euros alcanzaran los 20.000 euros. Un cognac se vendió en 1.250 euros.
A pesar de aquel pasado transcurrido en espacios donde reinaba la mala conducta, Delon dio muestra de ser disciplinado, pues clasificó minuciosamente las botellas. Cada una llevaba una etiqueta que indicaba su origen y el nombre de su prestigioso vendedor.
El “Angel face” brindaba con sus amigos etiquetas de la talla de Latour, Lafite, Mouton-Rothschild, Cheval Blanc, La Mission-Haut Brion, Haut Brion, Pétrus. El inventario de los vinos y licores estuvo a cargo del enólogo Aymeric de Clouet, quien ha realizado las subastas más codiciadas, entre las que figuran la bodega del ex presidente de Francia, François Mitterrand; la mítica cava de la Tour d’ Argent, salvada de la invasión alemana en 1940, hoy aloja cerca de 300.000 botellas; la del Hôtel Matignon, la bodega de Lino Ventura, uno de los pilares del cine negro francés; y la antigua bodega del restaurante Drouant, templo de la cocina burguesa parisina.
Al referirse a las joyas que logró reunir el ganador de la Palma de Oro en el Festival de Cannes en 2019, Clouet expresó: “Las más de mil botellas están en perfecto estado”.
El actor, además, tenía una relación especial con el champán y en su cava tenía una botella de Besserat de Bellefon 1979 de nueve litros. Pero no sólo era un consumidor, también la producía. Su nombre aparece en la etiqueta de el champán elaborado en los años 80 por Bricout en el antiguo castillo de Avize: se trata de la Alain Delon Cuvée Réservée Brut Champagne Grand Cru Avize, clásicamezcla de Chardonnay y Pinot Noir.
El ícono del cine, con unas 90 películas, vistas por más de 136 millones de espectadores, no necesitó de Hollywood. Incursionó en el canto, fue empresario, amante de las artes e imagen de una de las fragancias emblemáticas de Dior, Eau Sauvage. Él encarnaba el eterno masculino, la elegancia y la fuerza.
Se fue defraudado del mundo. Le había confesado a su médico: “Quiero morir, la vida ha terminado”, una frase que refleja su espíritu indómito.
La mejor definición de Alain Delon surgió del Palacio del Elíseo, sede de la Presidencia de Francia: “Uno de los actores más admirados y famosos de su tiempo, que supo adaptarse a todas las épocas, irregular, libre, intemporal, siempre francés”.